domingo, 27 de noviembre de 2016

EL CERRO CABEZON DE TLATLAUQUIETEPEC


Tlatlauquitepec, proviene del idioma náhuatl y significa “Cerro que coloradea” y se encuentra ubicado en un hermoso sitio en la parte noreste del estado de Puebla.
En este lugar, se encuentra el cerro Cabezón, el que constituye, junto con los picos de las Animas, Acamalotla, Cuatetzin, Punta la Bandera, la Cumbre del Mirador, el cerro Tepequez y la ramificación de esta larga sierra, que se inicia al poniente del territorio que comprende el municipio de Tlatlauquitepec y termina en su parte oriente, siendo esto lo más destacado en el aspecto orográfico de la región.
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Desde tiempo inmemorial, ha sucedido que la audacia de algunos de los habitantes de Tlatlauquitepec, los ha conducido a sufrir experiencias, que en ocasiones no han sido del todo gratas, y más aún cuando han pretendido explorar el interior del cerro Cabezón.
Miguel y Fátima eran dos jóvenes que desde hace varios meses habían iniciado una relación de noviazgo. Por ser Tlatlauquitepec a principios del siglo XX un lugar muy pequeño, al no haber muchas actividades que realizar; por las tardes la pareja acostumbraba sentarse en una tabla colocada sobre dos piedras situada frente a la casa de Fátima. Desde ahí se apreciaba perfectamente la enorme figura del cerro Cabezón.
En una ocasión la pareja de jóvenes platicaba como de costumbre, y surgió el tema de la existencia de cuevas en la base del “Cabezón” y de la desaparición misteriosa de varias personas que se atrevieron a entrar en ellas.
Así que pensaron que sería muy divertido investigar, lo que realmente existía en el interior de las grutas, y sin pensarlo más acordaron llevar a cabo esta abertura el domingo siguiente.
Llegado el día, la pareja partió hacia su destino, ambos provistos de morrales dentro de los cuales pusieron comida y parafinas. Después de un largo rato, llegaron a la base de este imponente mole, buscaron una caverna que les pareció interesante y se adentraron en ella.
Caminaron aproximadamente unos 600 metros, estaba muy oscuro, pero de pronto, escucharon un ruido, que parecía ser una corriente de agua. Intrigados apresuraron el paso, después de avanzar otro trecho más, sintieron que el torrente estaba muy cerca, se oía muy potente, como si parte del mismo mar se hubiera trasladado hasta ese sitio.
Ayudados por sus lámparas rústicas, que en la inmensidad de aquellas grutas, apenas si lograban penetrar aquella oscuridad infernal. Siguieron su camino y de pronto, ambos sintieron una sensación extraña, como si alguien los observara, se quedaron parados unos instantes y cuando iban a dar el primer paso para continuar su búsqueda, una horripilante carcajada se escuchó en toda la gruta. Era de un ser que no pudieron ver.
Después de esta espeluznante escena, llenos de miedo, retrocedieron algunos pasos, momento en que Fátima resbaló y cayó en el abismo. Miguel al querer salvarla, sólo alcanzó a quedarse con un mechón del cabello de su amada Fátima.
El joven enloqueció al instante y no fue sino hasta varias semanas después que pudo salir de la cueva, los habitantes que habían estado buscándolos, observaron horrorizados como Miguel se había transformado en un venerable anciano, con el cabello totalmente blanco y su rostro desfigurado, lo que daba una idea de los horrores vividos en los últimos días.
Miguel a los pocos días murió, jamás se supo lo que vivió allá adentro, sin embargo en algunas noches de los años siguientes, los habitantes dicen haber visto a la pareja tomados de la mano, por los alrededores del cerro Cabezón, los que entre sollozos provenían a todos los que lograron escucharlos, sobre el peligro de entrar a las grutas.
Sus familiares preocupados por esta situación, pidieron al sacerdote del lugar, que realizara un novenario de misas rogativas por el alma de Fátima y Miguel, lo que permitió que sus espíritus finalmente descansaran en paz.
El actuar de manera impulsiva en ocasiones, induce a los seres humanos a internarse en conflictos que pueden terminar inclusive con sus vidas.

sábado, 26 de noviembre de 2016


LEYENDA DEL PUENTE DEL OVALO









Cuentan que la familia Ovando en su época fue la más poderosa de Puebla. Testimonio de su grandeza es el llamado puente de Ovando que, dice la tradición fue construido por ellos para tener acceso a su casa de campo en las afueras de la ciudad.

 Un Ovando tuvo dos hijos: un valiente y un esforzado hombre, y una de las bellezas más hermosas que han vivido en Puebla. Llegados los 16 la muchacha, la noble Ovando, buscaba pareja, con la ingenuidad de su joven vida, se dejo guiar por sus sentimientos creyendo que podía elegir a su antojo, aunque fuera a un joven de mediana posición, contraviniendo su linaje, desacatando las ordenes del viejo patriarca.

 -Pero padre, yo lo amo- decía la doncella suplicante.

-¿Qué tiene que ver el amor con el matrimonio?- respondió el patriarca – solo te casaras con alguien de tu alcurnia. ¿Quieres casarte con un pobretón? Primero muerto que viéndote pedir limosna en un puente.

La hija se sentía indefensa ante las recriminaciones del padre que solo hablaba de la grandeza de la familia, el único consuelo que le quedó  fue llorar ante la mirada firme de su progenitor.

Al pasar los días supo con certeza que todo estaba perdido, y pensaba en silencio:” todo habría sido fácil sino me hubiera enamorado”, ahora solo le quedaba perder su calidad de doncella y su padre tenía que aceptar la unión para no enfrentarse a la deshonra.

Para ello escogieron un día en el que el padre, pretextando negocios de diverso índole, se ausentó de la casa familiar, y en su casa, en la cama, donde 16 años atrás había nacido la joven, se unieron de la forma dulce como solo lo hacen los verdaderamente enamorados.

 En medio de su pasión no pudieron percibir como se abría lentamente el armario,  ni vieron la súbita aparición que un joven que con grito estentóreo y una pistola en mano los señaló.

 -¡TÚ!- gritó el aparecido con una voz que resonó hasta el otro lado del río  San Francisco.

 -¡Hermano!- gritó a su voz la noble Ovando.

Todo lo demás sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Al instante se oyó un disparo hiriendo de muerte a la doncella  que trato de proteger a su amado. Este último trato de tomar la espada, pero no fue lo suficientemente rápido pare evitar que el joven Ovando le cortara el cuello con una daga de cinto que llevaba siempre consigo. La última expresión de la doncella delató el horror de esos momentos y su cuerpo suplicante cayó sobre un charco de sangre. El joven Ovando enloquecido tomo su daga de cinto y de un tajo le corto el cuello al irreverente.

Hubo luto riguroso en la casa de los Ovando durante varios días.

El hijo se salvó de la cárcel porque se dijo que fue un crimen de honor. Pero ni todo su dinero fue capaz de liberarlo de la venganza de  la familia del pretendiente, tiempo después lo liquidaron cuatro hombres en un callejón. Más triste fue la historia del padre.

Ovando era un buen  hombre y amaba  a su hija. Tras de su muerte trato de mitigar su dolor con la bebida y mucha veces se vio en la necesidad de cruzar el puente a altas horas de la noche. En un día lluvioso se fijó en una mujer a la entrada del puente que pedía limosna. 

- Por la sangre de Cristo Señor, deme una moneda- dijo la fantasmal figura.

 -Mujer necia, ¿Qué hora es esta de pedir a la entrada de mi puente?

-¿No me reconoces padre?- dijo la voz de ultratumba –pido limosna y pediré a tu descendencia hasta el fin del mundo, por cuanto fui muerta a manos de mi propia familia.

 - ¿Quién eres... ser del mal? – replicó el anciano horrorizado.

- ¡Mírame! – ilumino un relámpago la figura.

-¡No! Esto no es verdad.

- ¡Mírame de nuevo! – repitió la aparición que en todo era la imagen de su hija.

-¡No! – gritó un desesperado Ovando, tratando de cruzar el puente que lo acercaba a su casa. No llegó lejos, porque el agua del río se elevó cubriéndolo, y arrastrándolo al fondo sin posibilidades de salvación. Su cuerpo fue descubierto dos días después lejos de la ciudad.

Hasta el día de hoy los más antiguos habitantes de Analco, sostienen que si uno cruza ese puente a media noche aparece una mujer pidiendo tributo. Si se le entrega la moneda se puede pasar libremente, sino, una fuerza visible te jala hacia abajo, del que antes fuera el Río San Francisco y hoy es el Boulevard 5 de mayo.Cuentan que la familia Ovando en su época fue la más poderosa de Puebla. Testimonio de su grandeza es el llamado puente de Ovando que, dice la tradición fue construido por ellos para tener acceso a su casa de campo en las afueras de la ciudad.

 Un Ovando tuvo dos hijos: un valiente y un esforzado hombre, y una de las bellezas más hermosas que han vivido en Puebla. Llegados los 16 la muchacha, la noble Ovando, buscaba pareja, con la ingenuidad de su joven vida, se dejo guiar por sus sentimientos creyendo que podía elegir a su antojo, aunque fuera a un joven de mediana posición, contraviniendo su linaje, desacatando las ordenes del viejo patriarca.

 -Pero padre, yo lo amo- decía la doncella suplicante.

-¿Qué tiene que ver el amor con el matrimonio?- respondió el patriarca – solo te casaras con alguien de tu alcurnia. ¿Quieres casarte con un pobretón? Primero muerto que viéndote pedir limosna en un puente.

La hija se sentía indefensa ante las recriminaciones del padre que solo hablaba de la grandeza de la familia, el único consuelo que le quedó  fue llorar ante la mirada firme de su progenitor.

Al pasar los días supo con certeza que todo estaba perdido, y pensaba en silencio:” todo habría sido fácil sino me hubiera enamorado”, ahora solo le quedaba perder su calidad de doncella y su padre tenía que aceptar la unión para no enfrentarse a la deshonra.

Para ello escogieron un día en el que el padre, pretextando negocios de diverso índole, se ausentó de la casa familiar, y en su casa, en la cama, donde 16 años atrás había nacido la joven, se unieron de la forma dulce como solo lo hacen los verdaderamente enamorados.

 En medio de su pasión no pudieron percibir como se abría lentamente el armario,  ni vieron la súbita aparición que un joven que con grito estentóreo y una pistola en mano los señaló.

 -¡TÚ!- gritó el aparecido con una voz que resonó hasta el otro lado del río  San Francisco.

 -¡Hermano!- gritó a su voz la noble Ovando.

Todo lo demás sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Al instante se oyó un disparo hiriendo de muerte a la doncella  que trato de proteger a su amado. Este último trato de tomar la espada, pero no fue lo suficientemente rápido pare evitar que el joven Ovando le cortara el cuello con una daga de cinto que llevaba siempre consigo. La última expresión de la doncella delató el horror de esos momentos y su cuerpo suplicante cayó sobre un charco de sangre. El joven Ovando enloquecido tomo su daga de cinto y de un tajo le corto el cuello al irreverente.

Hubo luto riguroso en la casa de los Ovando durante varios días.

El hijo se salvó de la cárcel porque se dijo que fue un crimen de honor. Pero ni todo su dinero fue capaz de liberarlo de la venganza de  la familia del pretendiente, tiempo después lo liquidaron cuatro hombres en un callejón. Más triste fue la historia del padre.

Ovando era un buen  hombre y amaba  a su hija. Tras de su muerte trato de mitigar su dolor con la bebida y mucha veces se vio en la necesidad de cruzar el puente a altas horas de la noche. En un día lluvioso se fijó en una mujer a la entrada del puente que pedía limosna. 

- Por la sangre de Cristo Señor, deme una moneda- dijo la fantasmal figura.

 -Mujer necia, ¿Qué hora es esta de pedir a la entrada de mi puente?

-¿No me reconoces padre?- dijo la voz de ultratumba –pido limosna y pediré a tu descendencia hasta el fin del mundo, por cuanto fui muerta a manos de mi propia familia.

 - ¿Quién eres... ser del mal? – replicó el anciano horrorizado.

- ¡Mírame! – ilumino un relámpago la figura.

-¡No! Esto no es verdad.

- ¡Mírame de nuevo! – repitió la aparición que en todo era la imagen de su hija.

-¡No! – gritó un desesperado Ovando, tratando de cruzar el puente que lo acercaba a su casa. No llegó lejos, porque el agua del río se elevó cubriéndolo, y arrastrándolo al fondo sin posibilidades de salvación. Su cuerpo fue descubierto dos días después lejos de la ciudad.

Hasta el día de hoy los más antiguos habitantes de Analco, sostienen que si uno cruza ese puente a media noche aparece una mujer pidiendo tributo. Si se le entrega la moneda se puede pasar libremente, sino, una fuerza visible te jala hacia abajo, del que antes fuera el Río San Francisco y hoy es el Boulevard 5 de mayo.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Leyenda del callejón del muerto en puebla


callejon del muerto en puebla




Este relato es poco conocido en la ciudad de Puebla se trata de una historia que ocurrió en el siglo XVII en el barrio de analco en lo que a hora es la calle 12 sur entre la 3 y la 5 oriente y que es llamado “el callejón del muerto”, la historia nos remota al año de 1785 cuando un hombre cruzo por esta calle a las 3 de la mañana en busca de una partera debido que su esposa estaba apunto de dar a luz de pronto otro hombre se acerco le pidió su dinero amenazándolo de muerte sin embargo, Don Anastasio Priego hombre acaudalado de la época saco su espada matando al asaltante desde entonces según cuentan los relatos populares que el alma de este hombre sigue penando hasta nuestros días apareciéndoles a todas aquellas personas que pasan principalmente en las madrugadas.
A partir de ese momento al antiguo callejón de yesca se le empezó a llamar el callejón del muerto en la cual fue colocada una cruz a honor al difunto.
Mito o realidad juzgue usted solo queda como recomendación si tiene pensado pasar por esta calle ha muy altas horas de la noche.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

MERCADO MELCHOR OCAMPO, EL CARMEN

Una de las mejores formas de vivir a pleno la experiencia poblana es comiendo una de sus famosas cemitas en un lugar típico como este mercado. Ubicado en el barrio de El Carmen abre sus puertas en los cincuentas y en él encontrarás flores, mole, chiles en nogada cuando es temporada, dulces típicos y mucho más. Pero son las cemitas preparadas las que no debes perderte. Las hay de pollo, milan
esa, salchicha, pata o jamón. Un gran manjar poblano.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Un poco de la Catedral de puebla.

La Catedral de Puebla es el monumento más representativo de esta ciudad. En los inicios de la “Ciudad de los Ángeles“, no estaba contemplada la construcción de una catedral, debido a que la sede de la diócesis estaba en Tlaxcala. Fue hasta1535 cuando el entonces obispo, Fray Julián Garcés, decidió cambiar la sede a esta ciudad, Iniciándose la construcción de una primera catedral. Años después se inició la construcción de una Catedral más digna de Puebla, por lo que se le pidió el proyecto a uno de los arquitectos más importantes de esos tiempos, el arquitecto el español Francisco Becerra.


La construcción de las famosas torres de esta Catedral tardó casi dos siglos. La torre norte, iniciada a principios del siglo XVII, se terminó de construir en 1678 y la torre sur se terminó 90 años más tarde, en 1768. Estas torres son las más altas de las catedrales latinoamericanas, con más de 70 metros. 
Uno de los espacios más enigmaticos de la Catedral está situado detrás de la puerta central, llamada “del Perdón”. Ahi se encuentran el cenotafio de Juan de Palafox y la lápida del obispo Pantaleón Álvarez de Abreu. Durante su obispado, Juan de Palafox y Mendoza mandó a hacer su lápida mortuoria. Sin embargo en 1649 fue llamado a España y años después enviado a la Diócesis de Burgo de Osma. Juan de Palafox y Mendoza murió el 1 de octubre de 1659 en España. No obstante, se decidió que esta lápida se ubicara en ese sitio debido al relevante papel que Palafox y Mendoza tiene para el desarrollo de esta ciudad y de su catedral. Con la palabra se denomina a una tumba falsa.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Mitos y leyendas.

Popocatépetl e Iztaccíhuatl
Hace tiempo, cuando los aztecas dominaban el Valle de México, los otros pueblos debían obedecerlos y rendirles tributo, pese a su descontento. Un día, cansado de la opresión, el cacique de Tlaxcala decidió pelear por la libertad de su pueblo y empezó una terrible guerra entre aztecas y tlaxcaltecas.

La bella princesa Iztaccíhuatl, hija del cacique de Tlaxcala, se había enamorado del joven Popocatépetl, uno de los principales guerreros de este pueblo. Ambos se profesaban un amor inmenso, por lo que antes de ir a la guerra, el joven pidió al padre de la princesa la mano de ella si regresaba victorioso. El cacique de Tlaxcala aceptó el trato, prometiendo recibirlo con el festín del triunfo y el lecho de su amor. El valiente guerrero se preparó con hombres y armas, partiendo a la guerra después de escuchar la promesa de que la princesa lo esperaría para casarse con él a su regreso. Al poco tiempo, un rival de Popocatépetl inventó que éste había muerto en combate. Al enterarse, la princesa Iztaccíhuatl lloró amargamente la muerte de su amado y luego murió de tristeza.

Popocatépetl venció en todos los combates y regresó triunfante a su pueblo, pero al llegar, recibió la terrible noticia de que la hija del cacique había muerto. De nada le servían la riqueza y poderío ganados si no tenía su amor.

Entonces, para honrarla y a fin de que permaneciera en la memoria de los pueblos, Popocatépetl mandó que 20,000 esclavos construyeran una gran tumba ante el Sol, amontonando diez cerros para formar una gigantesca montaña.

Desconsolado, tomó el cadáver de su princesa y lo cargó hasta depositarlo recostado en su cima, que tomó la forma de una mujer dormida. El joven le dio un beso póstumo, tomó una antorcha humeante y se arrodilló en otra montaña frente a su amada, velando su sueño eterno. La nieve cubrió sus cuerpos y los dos se convirtieron, lenta e irremediablemente, en volcanes.

Desde entonces permanecen juntos y silenciosos Iztaccíhuatl y Popocatépetl, quien a veces se acuerda del amor y de su amada; entonces su corazón, que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa un humo tristísimo.

Durante muchos años y hasta poco antes de la Conquista, las doncellas muertas por amores desdichados eran sepultadas en las faldas del Iztaccíhuatl.

En cuanto al cobarde tlaxcalteca que por celos mintió a Iztaccíhuatl sobre la muerte de Popocatépetl, desencadenando esta tragedia, fue a morir desorientado muy cerca de su tierra, también se convirtió en una montaña, el Pico de Orizaba y se cubrió de nieve. Le pusieron por nombre Citlaltépetl, o “Cerro de la estrella” y desde allá lejos vigila el sueño eterno de los dos amantes a quienes nunca, jamás podrá separar


martes, 15 de noviembre de 2016

¿Sabes lo que significa el traje de "La china poblana"?

En torno al vestido de la china poblana se conocen legendarias historias. Catarina de San Juan vistió siempre trajes parecidos a los de la actual “China Poblana”, por lo que se identificaba con las indias de la región y a la vez recordaba sus trajes orientales. Evocando sus atuendos cortesanos, la princesa copia el enredo confeccionado con dos piezas de tela de contrastados tonos, para convertirlo en la falda europea, amplia y con los bajos en picos, bordada de lentejuelas y chaquira. El huipil, en la camisa española también bordada. La faja o chincuete en el rebozo suelto, sobre los hombros y los brazos. Los colores verde, blanco y rojo fueron adoptados más tarde, de la Bandera Nacional, una vez que México alcanzó su independencia en el siglo XIX. Más que oriental el traje de China Poblana es mestizo mexicano y habla claro de la fusión de las culturas indígena y española, que cuajó en multitud de obras de gran belleza

El atuendo tradicional de la “China Poblana” se compone esencialmente de rebozo, blusa zagalejo y zapatillas. El rebozo más apropiado es el llamado de bolita en colores palomo y coyote. La blusa lleva bordados de chaquira en vivos colores y es de manga corta. El castor o sea la falda, consta de dos secciones: la superior, de unos 25 cm. aproximadamente, de percal o de seda verde, de igual matiz que la pretina. La inferior recamada de bordados realizados en lentejuela y chaquira en forma de flores, aves y mariposas multicolores. El peinado de dos trenzas, con raya en medio, lo rematan moños de listón de los mismos colores del ceñidor. Lleva arracadas o zarcillos; en el cuello, gargantilla de corales. En algunos casos se usa con sombrero jarano, discretamente adornado con barbiquejo de gamuza o de cinta de popotillo. Las zapatillas son forradas en seda verde o roja.

Muchos consideran que la leyenda de la “China Poblana” no pasa de ser eso; leyenda. Pero la tradición ha dejado el traje, que sigue siendo usado a través de los siglos por las mujeres mexicanas